Este post forma parte de Nuestra Ruta por Suiza
Tras dejar atrás el precioso pueblo medieval de Thun, llegamos a la capital del país. A diferencia de otras grandes capitales europeas, o incluso otras ciudades de Suiza como Zúrich o Ginebra, Berna huye del concepto de ciudad moderna. Conservando su esencia tradicional, trae a nuestra mente esa imagen que todos asociamos a Suiza y que pudimos ver también en nuestra excursión al Monte Rigi o en la subida al Monte Schilthorn.
La marktgasse, una de las avenidas principales de Berna con su famosa torre del reloj (Zytgloggeturm) al fondo
La ciudad de Berna es, según varias encuestas, la novena ciudad del mundo con mayor calidad de vida. Estamos en la zona suiza de habla alemana y, en este idioma, el nombre de la ciudad es Bärn. Esto os lo contamos porque, de acuerdo a la leyenda, el nombre de la ciudad se debe a que el duque Berchtold V fundó la ciudad en el siglo XII tras haber vencido a un oso, y oso en alemán se dice Bär.
Obviamente no sabemos si la leyenda es real o no pero sin duda en la ciudad hay varias referencias a este animal. No hablamos solo del famoso foso de los osos sino también lo veremos en varios edificios e incluso en el propio escudo de Berna.
Berna es una ciudad para pasear y perderse por esas calles llenas de ese no sé qué que no se puede definir pero que engancha. Nuestra recomendación es empezar por la parte alta para admirar las vistas de toda la ciudad a nuestros pies, así que podemos visitar el (1) parque Rosengarten de entrada gratuita. En este parque hay 223 clases distintas de rosas y desde él podemos ver el meandro que “abraza” la ciudad de Berna además de varios de los puntos que cruzan el río Aare. Además, encontraremos también una estatua de Albert Einstein. No es tan sorprendente si os decimos que este famoso científico vivió en Berna a principios del siglo XX e incluso se dice que comenzó los estudios de su conocida fórmula E=mc2.
Desde aquí, descendemos por uno de los laterales del parque hasta llegar al famoso pero controvertido (2) foso de los osos. Este lugar fue construido gracias a la contribución de mucha gente que aportó dinero a la causa. De hecho, podemos ver los nombres de todas las personas que contribuyeron económicamente en el desarrollo de este parque en los adoquines del paseo de la parte superior del foso. Cada adoquín representa una donación de 100 francos. No se puede negar que el lugar está totalmente equipado: es una zona verde relativamente grande con acceso incluso al río. Cuentan además con un recinto seco y un techo bajo el que resguardarse. A lo largo del paseo se pueden leer varias explicaciones de la construcción del lugar y de la familia de osos que se encuentra en él.
Foso de los osos de Berna - Zona de las cuevas
En este vídeo podéis comprobar que los osos se pueden ver desde bastante de cerca:
Una vez que nos hayamos cansado de admirar el enorme tamaño de los osos, podemos continuarla ruta cruzando el puente Nydeggbrücke para llegar al casco histórico de la ciudad. Al cruzar el puente llegamos a la calle Gerechtigkeits, si nos desviamos a mano derecha, encontraremos el (3) ayuntamiento casi a orillas del Aare. Data de principios del siglo XV y los arcos de la entrada delatan su estilo gótico aunque lo más característico es la doble escalinata de acceso y las pequeñas estatuas que lo decoran. Justo al lado se encuentra la (4) iglesia de San Pedro y San Pablo que destaca por su altura y por lo bien conservado que está su interior. Se trata de un gran edificio de piedra de 1864 coronado por una cruz.
Volviendo a la calle principal encontraremos las famosas fuentes decorativas que representan distintos personajes históricos. La más famosa se encuentra un poco más adelante, justo donde se concentran las paradas de tranvías y autobuses. Es la conocida como la Kindlifresserbrunnen o (5) Fuente del Ogro que representa a un gigante devorando niños. Desde aquí ya apreciamos lo que veremos al final de la calle, la magnífica (6) Torre del Reloj (Zytglogge). Originalmente formaba parte de la puerta occidental de la ciudad y tuvo distintas utilidades a lo largo de su historia: fue durante un tiempo prisión de mujeres aunque durante la mayoría del tiempo sirvió como torre vigía. Esta torre fue terminada de construir en el siglo XIII aunque, evidentemente, fue cambiando de aspecto a lo largo de los años. La campana se introdujo a principio del siglo XV tras el gran incendio que asoló Berna y en el siglo XVI se añadió el famoso reloj astronómico que guarda cierta similitud con el que encontramos en Praga. A posteriori se le fueron añadiendo las figuritas que tiene a su alrededor y que se mueven con cada cambio de hora, en concreto, cuatro minutos antes de cada hora en punto.
Si nos desviamos a mano izquierda, llegamos a la (7) Catedral de Berna. Se trata de un imponente edificio gótico cuya construcción empezó a principios del siglo XV y no pudo completarse hasta finales del siglo XIX. Se puede acceder al interior pero si queremos subir a la torre, se deben pagar 5 francos. Nosotros no subimos aunque imaginamos que las vistas de la ciudad deben ser muy bonitas desde arriba. La subida es a través de unas escaleras de caracol y se pueden ver las campanas superiores e inferiores que tocan cada día. El portal principal, en la entrada, está dedicado al Juicio Final y desde la plaza en la que se ve la fachada principal el edificio alcanza los 100 m teniendo en cuenta la aguja. Esto lo convierte en el edificio religioso más alto de todo el país.
En nuestro paseo recorremos el centro medieval de la ciudad lleno de soportales, bodegas subterráneas a las que se accede por una especie de escotillas en el suelo y que confieren un aspecto pintoresco al lugar. Si volvemos de nuevo a la torre del reloj y nos vamos hacia la derecha, llegaremos al (8) parlamento suizo. Se trata de un enorme edificio que no pasa desapercibido y en el que se encuentra la sede del gobierno federal de Suiza ya que la ciudad es capital del país desde 1848. Su construcción se alargó unos 8 años y se invirtieron en ella más de 100 millones de francos suizos.
A principios del siglo XV Berna fue asolada por un gran incendio obligando a su reconstrucción casi por completo. En esta etapa, la madera fue sustituida por la piedra arenisca de color verde grisáceo que vemos a día de hoy en casi toda la ciudad.
Tras acabar el paseo en que hemos descubierto todo lo qué ver en Berna y en vista de que ya está anocheciendo, decidimos ir a cenar. Mañana tocará descubrir Gruyères y el Castillo de Chillón.