Este post forma parte de Nuestra Ruta por Suiza
Tras nuestras visitas de a Spiez, Thun y Berna, hoy tendremos un día de marcado caracter medieval. Visitaremos Gruyéres y el Castillo de Chillon. Dedicaremos la mañana (y este post) a conocer la cuna del famoso queso de Gruyéres.
Gruyères es un pequeño pueblo medieval situado en el cantón de Friburgo de un encanto inigualable y completamente cerrado al tráfico, ya que no se puede entrar con el coche en el pueblo. Sin ninguna duda es un lugar precioso que no podemos dejar fuera del itinerario no sólo por su ubicación, en un enclave maravilloso; ni por el agradable paseo que podemos dar por su plaza y su castillo; sino también por la gastronomía que nos ofrece ya que ¡podemos disfrutar de sus maravillosos quesos!
Vista de la plaza central de Gruyères
Como hemos comentado, no se puede entrar con el coche pero hay varios aparcamientos gratuitos que encontraremos en la subida al pueblo donde podemos dejar el coche. Una vez que subimos la cuesta y llegamos a la entrada del pueblo, a mano izquierda veremos la oficina de turismo donde podemos pedir información o un mapa de la zona. Continuando en línea recta llegamos a la increíble plaza del pueblo donde encontraremos numerosas tiendas con el queso como elemento principal. También hay varios restaurantes entre los que os recomendamos Gruyère Traditions que tiene una bonita terraza al fondo. Nosotros comimos allí y ni qué decir tiene que nos tomamos una increíble fondue de queso y otra de chocolate que estaban deliciosas.
Dejando de lado la gastronomía y volviendo al tema turístico, en el centro de la plaza nos encontramos una pequeña (1) fuente del año 1755 que simboliza la llegada del agua a Gruyères por primera vez. Inicialmente, las tuberías eran de madera pero la presión del agua las rompió por lo que fueron cambiadas posteriormente por unas de hierro más resistentes. Girando a mano izquierda nos encontraremos con una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad, el (2) Belluard. En la parte superior se puede apreciar una pintura que representa a los héroes que consiguieron evitaron el ataque de los berneses a mediados del siglo XIV durante la guerra. Las vistas desde aquí con la muralla, la puerta y las montañas como fondo, son dignas de foto.
Volviendo sobre nuestros pasos a la plaza, veremos (3) "L'Auberge de la Halle". Actualmente es un hostal, así que lo identificaremos fácilmente con el mapa del pueblo o el cartel que tiene en su fachada principal. A pesar de su uso actual, antiguamente funcionaba como establo y granero, y desde el balcón de esta casa el corregidor revisaba las ventas y las transacciones que se realizaban justo enfrente. Para ello se utilizaban una especie de tinajas de piedra que servían para estimar la cantidad de grano y otros materiales.
Continuando nuestra ruta hacia el castillo, llegaremos al (4) calvario que nuevamente identificaremos con facilidad por la imagen del Cristo crucificado que hay en su fachada principal y que es la que da nombre al edificio. Se trata de un edificio del siglo XVI que era utilizado como almacén de grano y sal pero que hoy alberga exposiciones de arte. Muy cerca de allí encontramos lo que queda de la antigua (5) Piedra de la Picota, justo enfrente de la tienda "Filet de Gruyères". Esta piedra era la base del árbol del que colgaban durante un día, como castigo, a los delincuentes que eran atrapados. Todavía se puede ver el agujero donde se anclaba el roble que había ahí plantado en un pasado pero ya no queda ni rastro del árbol.
Subiendo otra pequeña cuesta de camino al castillo, encontraremos los dos museos del pueblo: el (6) museo del Tíbet, con unas 300 esculturas, pinturas y objetos sagrados de esa zona de Asia central; y el (7) museo de Hans Ruedi Giger. Este último es un diseñador de varios escenarios y, en concreto, de la criatura de alien. La entrada cuesta 12,50 € (2018) y aunque nosotros no entramos, intuimos que no os dejará indiferente aunque solo sea por las criaturas de “Alien, el octavo pasajeo” que se pueden ver en la entrada. Justo enfrente hay un bar friki totalmente ambientado en la película así que para los más aficionados merecerá la pena entrar.
Finalmente llegamos a la guinda del pastel, el (8) Castillo de Gruyères, uno de los más espectaculares de toda Suiza. Fue habitado por 20 condes por lo que si entramos a visitarlo podremos comprobar que cada uno fue aportando su granito de arena y adaptando las instalaciones a sus gustos y economía. Desafortunadamente, el último conde tuvo grandes problemas económicos que le llevaron a declararse en bancarrota a mediados del siglo XVI. Por tanto, a partir de esta fecha, la fortaleza pasa a manos de las ciudades de Friburgo y Berna que se reparten toda la zona. Más tarde, se convierte en sede de los corregidores de Friburgo, en sede de prefectos y, finalmente, de los jefes de distrito hasta que inevitablemente fue vendido y pasó a ser propiedad de la familia Bovy. Actualmente y desde finales del siglo XX, una fundación se encarga de la administración y mantenimiento del castillo.
A la entrada nos ofrecerán la posibilidad de ver un vídeo de aproximadamente 20 minutos que se emite cada hora sobre la historia del castillo y la zona y nos darán un folleto informativo con toda la información detallada de cada una de las salas que visitaremos a lo largo del mismo.
Durante el recorrido se visitarán las cocinas, las salas Borgoña, de los corregidores, Corot, de los condes, de la bella Lucía, del arte fantástico, etc. También se pasará por corredores exteriores desde los que podremos acceder al jardín de estilo francés y ver las murallas de la fortaleza del siglo XV. Horario: 10-17 h. Precio (2018): 10 francos suizos.
Una vez que salgamos del castillo, podemos dar un paseo por el lateral del castillo para ver las (9) murallas del siglo XV y la (10) Iglesia de St. Théodule del siglo XIII situada al lado del antiguo cementerio. Ésta fue construida por orden del conde Rodolfo III de Gruyères aunque la que vemos actualmente fue restaurada tras haber sido destruida en gran medida por un incendio.
Por último, antes de ir a comer, visitamos la (11) Torre de la Chupia Barb. Para llegar a ella, debemos volver a la oficina de turismo que vimos a la llegada y justo enfrente tomamos un camino girando a mano izquierda y subiendo una pequeña cuesta. Aquí se realizaban los últimos interrogatorios a los condenados a muerte, se les torturaba y quemaban su barba. Sabiendo esto entenderéis de dónde viene el nombre de la torre que significa literalmente “barba quemada”. Además, desde aquí se tienen las mejores vistas de las murallas y el castillo con las montañas como telón de fondo.
Vistas del castillo y la antigua muralla desde la Torre de la Chupia Barb
No se sabe exactamente de dónde proviene el nombre de Gruyères. Hay teorías que sostienen que viene de un antiguo capitán vándalo llamado Guerius que habitaba en la región en el año 436. Otros consideran que viene de una grulla, símbolo que vemos en la bandera actual del municipio y otros, que proviene del antiguo protector romano del bosque. Por tanto, no hay nada claro; lo único que no se puede negar, es que independientemente de la procedencia de su nombre, el pueble merece una visita.
Tras recorrer la ciudad de cabo a rabo, ha llegado la hora de darnos el capricho que ya anticipamos arriba... ¡qué mejor en Gruyères para una buena fondue que quesos! Y ya que estamos, nos ponemos las botas y rematamos con otro afamado producto nacional suizo de postre: una fondue de chocolate.
Ahora sí, con las pilas (y las calorías) bien cargadas, continuamos nuestro viaje para conocer el castillo probablemente más famoso de Suiza: el Castillo de Chillón.